El francés ya tiene continuidad asegurada. "Zidane se merece un proyecto, iniciar una temporada", se ha escuchado en repetidas ocasiones en la zona noble del Santiago Bernabéu en las últimas semanas. Las lógicas dudas que genera un recién llegado han dado paso a elogios y afirmaciones de todo tipo que señalan al francés como la mejor opción posible para el banquillo del Real Madrid. Confianza total por lo hecho y por lo que le queda por hacer.
Zizou llegó como solución de emergencia y pase lo que pase el próximo sábado en Milán, el que fue Balón de Oro iniciará la próxima temporada como máximo responsable técnico del club blanco. Ya lo sabe, pero no ha cambiado en nada su manera de proceder. "No hemos ganado nada", repite y no se cansa en su intento de aclarar que lo más importante del fútbol según su libreto no es otra cosa que ganar y ganar. Y eso es lo que busca y lo que ha trasladado a sus jugadores desde que el pasado mes de enero se convirtiera en el entrenador del primer equipo madridista.
El francés se sentó en el banquillo blanco y no reparó en el contrato. No priorizó un nuevo acuerdo. Aparcó el cambio de pasar de Segunda B a Primera división y esperó antes de fimar el nuevo contrato. Cumplía un sueño y eso le valía. Ahora que ha llegado a la final de la Champions, sabe que va a continuar en el puesto y su proceder no ha variado lo más mínimo. Sólo le importa ganar en Milán. Lo demás, secundario.
Llegó en enero y en menos de cinco meses de trabajo se ha ganado la confianza de todos. Admiradores y críticos por igual. Ha conseguido dar la vuelta a la situación de un equipo que se asomaba al precipicio y que ha sido capaz de llegar a la final de la Champions League y al último partido de Liga con opciones de ganarla.
El gesto de dar continuidad a la apuesta francesa por el banquillo no es más que reconocer el trabajo hecho por Zizou. Llegó en un momento convulso y lo primero que hizo fue recuperar a la afición, para después hacer los mismo con la plantilla, no temblándole el pulso a la hora de sentar a jugadores que parecían intocables.
Florentino Pérez y el resto de dirigentes blancos creen que con Zidane han encontrado al técnico indicado. No hay dudas, ni debate alguno. Dos años antes, esas incógnitas sí que existían con Carlo Ancelotti ante una situación semejante y con la final de Lisboa por delante. El italiano había ganado la Copa, pero parecía que no era suficiente argumento para una segura continuidad, pero en estas apareció Ramos y su remate del minuto 93, el que cambió por completo la final y salvó al próximo entrenador del Bayern de Múnich. Ahora la situación es otra bien distinta. Cuestión de confianza y de identificación.
La persona que más ha confiado en Zidane ha sido Florentino Pérez. Siempre ha querido tener al francés a su lado porque sabía que antes o después iba a ser entrenador del primer equipo blanco. La oportunidad llegó antes de lo esperado por todos, pero no para el presidente blanco, cuya confianza en el que fue jugador madridista era y es total y absoluta. La respuesta de Zidane ha dejado en buen lugar al máximo mandatario. Ha demostrado solvencia y ha callado a todos que ponían en duda si estaba preparado o no para hacerse cargo del banquillo del Real Madrid, algo que ha hecho aplicando un método de trabajo basado en la normalidad y en la buena relación con los jugadores.
Zidane lleva un tiempo dando forma a la plantilla de la próxima temporada. El francés ya tenía peso en las decisiones que adoptaba el Real Madrid sin ser entrenador del primer equipo, pero en las últimas semanas cualquier ofrecimiento o movimiento relacionado con el primer equipo, pasa por el despacho del francés en Valdebebas. Tiene voz y voto y toda la confianza del presidente blanco.
El contrato de Zidane como entrenador del Real Madrid termina el 30 de junio de 2018, pero tal y como piensa, no es más que un papel. Para él, el valor está en la confianza.
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