sábado, 28 de mayo de 2016

Otro Cristiano en la final de Milán.


Es otro Cristiano Ronaldo. Nada que ver, la ansiedad de dos años atrás ha dado paso a un CR7 reflexivo, tranquilo y hasta más compañero. A la final de Lisboa llegó un jugador atormentado, al limite de su resistencia física.

"Mi cabeza quería, pero mi cuerpo no podía. Era un sufrimiento", declaró está misma semana en una entrevista a Jugones de LaSexta. Ahora la situación es otra. Su cuerpo responde a los impulsos que le envía una cabeza más relajada, más segura de lo que hace en cada momento.

El golpe sufrido en el entrenamiento del martes ha quedado en un asunto de oficina sin mayor trascendencia. Uno más de los muchos que se archivan diariamente. Ningún jugador llega al ciento por ciento al final de la temporada, es lógico. En esta ocasión, Ronaldo ha logrado aparcar esa ansiedad que le rodeaba en la cita de la capital portuguesa. Vestuario y club le arropan, todos confían en él.

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