Ancelotti le dio la batuta del Real Madrid en el dueto de pivotes que formó junto a Modric en agosto de 2013. Los dos no subían, pero hacían todo el fútbol del equipo y el alemán dirigía con personalidad, mientras el croata regateaba y abría el juego en vertical. Tras ganar Champions, Mundial de Clubes, Copa del Rey y Supercopa de Europa, en la segunda temporada con "Carletto" mantuvo su misión de medio centro. Llegó Benítez en julio de 2015 y lo cambió todo. Modric pasó a ser el director de orquesta. Y Kroos, un poco más adelantado, se quedó sin misión. Su labor ya la hacía Luka, cuyas calidades cubren muchos capítulos.
El enfado de Kroos por su variación en el césped era evidente. Se hallaba perdido. Ni era medio centro ni era interior ofensivo. Estaba en tierra de nadie. Y Modric enlazaba pases con Bale, con Cristiano, con Carvajal, con Marcelo y con Benzema. Le sobraba Kroos. El germano requería otra posición. Oro cometido. Tras la llegada de Zidane, todo cambio... esta vez para bien, para suerte del germano.
El francés le ha convertido en el centrocampista ofensivo del esquema 4-3-3. Toni juega por la izquierda y se encarga de presionar desde arriba al rival. Da pases a los tres puntas y enlaza con Modric y los laterales en ataque. Ha regresado a su antiguo fútbol en el Bayern, cuando era media punta, pero ahora tiene la misión añadida de robar y morder al enemigo.
El alemán dispara desde el borde del área y ha encontrado un hueco en el sistema. Hoy es feliz. También respiró cuando Benítez se marchó. Rafa quiso acometer demasiados cambios en un equipo que ya jugaba bien con Ancelotti y necesitaba mayor trabajo defensivo, no variaciones de puestos. Ahora, con Zinedine, Kroos vuelve a jugar bien. Y a rendir. Con Benítez era criticado y pocos sabían la razón. No era cuestión de bajo rendimiento, como se adujo, sino de una pérdida de relevancia en el esquema. Ahora es centrocampista de ataque y se nota. Es el jugador con mayor carácter en la faceta ofensiva.
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