Casi nadie esperaba un resultado semejante en este derbi. Y menos aún los que pensaban que el Real Madrid le iba a pasar por encima al Atlético. De haberlo necesitado, el Real Madrid podía haberle hecho una manita al Atlético, pero se conformó con el hat trick de Cristiano, ese jugador del que algunos decían que a su edad ya nunca volvería a meter los goles que metía antes.
Eso sí, imagino que Zidane habrá tomado buena nota de lo acaecido en territorio comanche. En el fondo es un tipo con suerte. Tenía lesionado a Morata y Benzema no andaba como para jurarle amor eterno, por lo cual no tuvo más remedio que olvidarse de la BBC e inventar el BIC (Bale-Isco-Cristiano).
Por si no fuera suficiente con eso, el galés estuvo casi todo el partido jugando por la banda izquierda, como en su mejor época. Trabajó más que nunca y culminó su buena actuación marcándose un jugadón de toma pan y moja en el tercer gol. Se lo regaló a Cristiano, que no tuvo más que empujarla.
Con todo, lo importante no es que el Real Madrid le pudiese hacer una manita (o un set) al Atlético, sino su control del juego en todo el partido, hasta el punto de que Keylor Navas me da que ni sudó lo suficiente como para meterse después en la ducha.
Fue tal el baño y masaje del Real Madrid que cuando Fernández Borbalán pitó el final nadie se acordaba ya de aquel fuera de juego inexistente que le pitó a un inmenso Isco, cuando se iba solo hacia Oblak.
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